Decir para empezar que debía haber publicado este artículo hace dos semanas, pero por la acumulación de acontecimientos no he podido y lo publico ahora.
Para cualquier joven al que le guste el fútbol, el Parma es un equipo de los clásicos del país transalpino, a cualquiera le puede parecer un equipo que ha dado guerra siempre en la máxima categoría. A mi también me lo parecía hasta hace no mucho, en cambio, el Parma, tras 77 años de historia, aterrizó por primera vez en el primera categoría en el año 1990, y desde entonces tuvo una etapa alucinante y maravillosa.
Arropado por Parmalat, la empresa dueña del club y principal patrocinadora, y tras la inversión de grandes cantidades de dinero para reforzar la plantilla los parmesanos, con jugadores como Dino Baggio, Taffarel, Antonio Benarrivo o el gran Gianfranco Zola, conquistaron en 1993 el título de copa y la recopa de Europa al derrotar al Amberes en la final. En 1994 no tuvieron la capacidad de defender la recopa, derrotados en la final por el Arsenal de Wenger, aunque si conquistaron la copa de la UEFA la temporada posterior, tras vencer en la final a la Juventus.
Tras un año sin títulos y sin disputar finales, Parmalat volvió a invertir fuertemente y reforzó la plantilla parmesana con futbolistas como “Valdanito” Crespo, Thuram, Balbo, “la brujita” Verón, Boghossian, Fabio Cannavaro y el guardameta Buffon, junto con Hristo Stoichkov, fichado la temporada anterior. Todos ellos dieron un aire nuevo y un salto de calidad a la plantilla, lo que dio grandes resultados, ya que conquistaron de nuevo la copa y la copa de la UEFA.
A partir de ahí el Parma tuvo un problema, tras un crecimiento espectacular y demasiados títulos en apenas seis años, habían tocado techo y era prácticamente imposible mejorar lo acontecido anteriormente y muy fácil empeorarlo y no mantener el nivel.
Esto precisamente es lo que ocurrió, varios años sin títulos (solo una copa, tras derrotar a la Juventus), la huída de los mejores futbolistas de la plantilla (Crespo, Verón, Chiesa, Buffon…) y fichajes que no supieron dar el nivel exigido.
Todo empeoró con la crisis que afectó duramente al club. Parmalat rompió la relación con el presidente parmesano y el equipo pasó a luchar por evitar el descenso de categoría, de la que consiguió huir gracias a los goles del joven “violinista” Gilardino. Finalmente, hace un año confirmó el descenso en un Ennio Tardini totalmente desconsolado.
Fueron 18 años con muchas luces y los últimos años de sombras, un gran ejemplo de progreso y un nuevo ejemplo de club al que la euforia supera a la economía del club, la euforia supera a la los dirigentes que en muchas ocasiones gastan lo que no tienen.
El año en el infierno no ha resultado fácil, pero un equipo en el que sobresalen el pichichi Lucarelli y el joven Paloschi, y que fue reforzado el pasado verano con el defensa Zenoni, procedente del Udinese, o el delantero brasileño Reginaldo, que procede de la Fiorentina; ha vuelto a hacerse mayor, ha demostrado que tiene demasiada categoría como para no estar junto a los grandes, únicamente derrotado en 4partidos durante toda la temporada e impoluto en el Ennio Tardini, dónde no ha caído derrotado en todo el año, y ha demostrado ser un equipo consistente en todos los tramos de la temporada, tanto dentro como fuera de casa, un equipo muy regular que no ha perdido el norte y con un objetivo claro. De esta forma, el Parma vuelve por la puerta grande a la categoría a la que llegó 18 años atrás, a la que llegó como un niño pequeño y en la que creció rápidamente para ser mayor, tan mayor que llegó a ser temido en toda Europa. Volver a repetir la trayectoria de la década anterior es prácticamente imposible, pero el Parma vuelve a la categoría de la que no debía haber salido y en la que volverá a pelear con los grandes del país.
Volviendo al pasado, lo ocurrido en el Parma era muy habitual en el país en las últimas décadas. Por desgracia, los equipos que marcaron una época fracasaron y perdieron la categoría, por el mal hacer de los dirigentes o por descensos en los terrenos de juego. Le pasó Nápoles, Genoa, Fiorentina o Sampdoria, equipos históricos que habían construido gran parte de la historia del futbol del país.
El Nápoles de Maradona y su progreso año a año para finalmente ganar títulos, la Sampdoria que perdió en la prorroga la final de 1992 frente al Barça de Cruyff y el "Dream Team”, los apasionados derbis de la región que enfrentaban a Genoa y Sampdoria, la fantástica generación de la Fiorentina que comandaban Batistuta y Toldo.
Equipos todos que van a ser recordados por siempre, cada uno formó un pequeño trozo de la historia, y el Parma fue el último de todos ellos, el último equipo en volver a las catacumbas y que vuelve al lugar que debe ocupar, el mismo equipo que formó la reivindicación más brillante de los equipos modestos del fútbol italiano de las últimas décadas.
Ahora volvemos a tener a todos estos equipos en la élite, hay que hacer memoria para recordar la última vez que coincidieron todos en la máxima categoría, y lo que es más importante, jugando por estar en los primeros puestos de la clasificación. Además, actualmente la inversión es muy fuerte, todos disponen plantillas muy competitivas, todos con grandes expectativas, con un futuro prometedor, con grandes jugadores en la plantilla y hay muchos más a los que les gustaría jugar allí. Napoli, Fiorentina, Genoa o Sampdoria colaboran para reflotar al futbol del país, desnivelado en los últimos años, pero con muchísimo impulso para volver a liderar la élite.
Confiemos en que el Parma vuelva por sus fueros, rearme poco a poco el equipo, colabore con todos los demás para reanimar el fútbol del país, y que algún día vuelva a los primeros peldaños de Europa y el Ennio Tardini vuelva a vibrar con la visita de los grandes.
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