21/6/09

Un cambio de dirección para Steve, un cambio para cumplir otro sueño

Todos conocemos a Steve Nash, doble MVP de la fase regular de la NBA. El base titular de Phoenix, natural de Sudáfrica pero que ha vivido desde pequeño en Canadá, es una de las principales atracciones de la NBA, seleccionado como número 15 del draft de 1996, y gran director de juego durante las últimas temporadas, pese a que a sus 34 años ha bajado varios peldaños la exigencia y ha desaparecido del último All Star norteamericano; y, pese a que todavía tiene cuerda para rato, la retirada podría no estar muy lejos. Por esto, Steve podría estar planteando su futuro más próximo, a lo que dedicará todo su tiempo cuando acabe su carrera deportiva, debido a que la vida de deportista es muy corta y tiene que decidir que hacer cuando guarde las zapatillas de basket.

Conocemos todas las habilidades de Steve, la calidad que atesora y que ha demostrado durante muchas temporadas y que ahora exhibe en el US Airways Center de Phoenix, la excelente dirección de juego, robos y pases, pero muchos desconocen una de las grandes pasiones del canadiense: el fútbol y, más concretamente, el Tottenham Hotspur, equipo del que es un gran aficionado el padre de Steve, que fue quién le transmitió este sentimiento por los Hotpurs.
El jugador de Phoenix es un enamorado del mundo del fútbol, y posee grandes dotes con la pelota en los pies. De pequeño tuvo la posibilidad de decidir en que deporte quería ser profesional, fútbol o basket, una decisión difícil y que marcaría todo su futuro profesional: el fútbol le atraía, sin embargo la magia que posee cuando la pelota naranja roza sus manos truncaron, por suerte para el y para todos los que podemos disfrutar de el, la posible carrera como futbolista.
La extensa y exigente temporada regular de la NBA le impide acudir con asiduidad a las islas para ver los partidos de su equipo, pero siempre que puede no duda en volar a Europa para asistir a White Hart Lane. Es más, el base es uno de los mayores accionistas del club londinense y en varias ocasiones ha mostrado una gran predisposición por manejar la dirección del Tottenham en el futuro.
Pero pasar de jugar en la NBA a dirigir un club de fútbol al primer nivel mundial no puede producirse de la mañana a la tarde, todo el mundo requiere una preparación para ser capaz de dirigir la dirección y las gestiones de un club deportivo, como de cualquier empresa, la tiene que tener cualquier directivo que interviene en las decisiones del club, y no puede dirigir cualquiera el futuro de una empresa que tiene una gran masa social, de la que dependen muchos trabajadores y que afecta a muchísimos aficionados.
Steve guarda íntimos amigos en el mundo del fútbol, como el delantero del Barça “Titi” Henry, al que conoce desde la etapa en las islas británicas, y al que ha ido a ver jugar en la última temporada por petición del francés, y ha admitido ser también aficionado del club azulgrana en reiteradas ocasiones.
Steve Nash tiene dinero, tiene fama, tiene muchos amigos que le pueden aconsejar, tiene capacidad para liderar un grupo, tiene ambición, vive por y para el deporte, muestra pasión por el Tottenham y tiene mucho tiempo por delante para poder cumplir sus sueños. En definitiva, aunque es un novato absoluto como alto dirigente y requiere todavía una amplia preparación, posee numerosos recursos y motivaciones para poder aprender con rapidez. Además, día a día, cada vez aumentan más los directivos y presidentes jóvenes al frente de los clubes de fútbol; parece una moda, quizás una moda demasiado arriesgada, que puede salir bien, pero hay muchísimas posibilidades de no cumplir los objetivos y poner en peligro el presente y el futuro más próximo del club.

En estos tiempos, el deporte principal de las islas es el fútbol y la práctica de basket no tiene presencia en el país, mientras que en EE.UU. ocurre lo contrario, la NBA domina gran parte del panorama deportivo del país, mientras que la presencia del fútbol es muy pequeña y ahora empieza a vislumbrar un pequeño rayo de luz; lo habitual es practicar el fútbol en las islas británicas y quedar para jugar al basket todas las tardes en el país norteamericano. Steve Nash podría ir al revés, como si cambiara de pronto la dirección de las agujas de un reloj de derecha a izquierda, y podría cambiar de aires de manera extrema, podría cambiar la dirección de juego de Phoenix por la dirección, vestido con traje y corbata, del Tottenham Hotspur: el mundo de Steve es un pañuelo.
Tontería, una palabra con la que quizás podríamos definir esta publicación, si no fuera porque no sería la primera vez que ocurre una cosa similar, porque diez años atrás parecería muy raro ver a jeques árabes comprando un equipo de fútbol y peor aún desembolsar cantidades desorbitadas de su dinero en contratar futbolistas, porque dirigir un equipo de fútbol es para muchos como dirigir cualquier otra empresa y porque cada vez son más las sorpresas que vemos día tras día en el mundo del deporte; después de esto parece totalmente factible, y bastante menos sorprendente, que Steve pueda cumplir próximamente su otro sueño.

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